Vidas Breves...

Como era de costumbre, había llegado a su casa cuando ya era de noche, La luz de la cochera encendida le marcaba que lo estaban esperando. Entro en la casa, dejo campera y mochila sobre la cama, saludo a sus padres e intercambio las fráces de costumbre
-como te fue/alguna novedad?
-Bien/ninguna- fueron las respuestas de costumbre. Jugó un poco con su gata, y tras darle de comer, se internó en su pequeño universo de unos y ceros. Reviso mails, revisó la actividad en facebook, Revisó foros y blogs. Jugó a un par de juegos, es decir lo de costumbre. Luego de comer, vio algo de TV y tras decidir que estaba demasiado cansado para darle otra vuelta a la grilla de canales, solo para terminar de entender que no había nada que ver, se fue a dormir consciente de que era muy temprano para lo que estaba acostumbrado. Prendió la radio para dormir con música como era su costumbre desde que viviera un tiempo en Villa Mercedes, en la provincia de San Luis, donde tuvo que recurrir a ese recurso para escapar al silencio de la noche que tan inquieto lo tenia, lejos de los ruidos tan propios de Buenos Aires. Se acostó y se dejo llevar por las melodías que salían del aparato, vagando entre recuerdos del día, momento y conversaciones, e inventando posibles continuaciones o variaciones a los mismos, usando el ya tan acostumbrado "que hubiera pasado si......", finalmente el sueño fue mas pesado que los recuerdos y cayo dormido en aquella noche, como era de costumbre.


Abrió los ojos de aquella mañana, tras varios intentos de su madre. Finalmente se incorporo en la cama recordando que tenía examen de ciencias sociales, si hubiera sido cualquier otro día, hubiera podido faltar, pero sabía que no iba a tener tanta suerte. Se vistió remolonamente, se notaban su desgano por ir al colegio, y se sentó a desayunar con sus padres. Les contó sobre el extraño sueño que había tenido, y lo real que parecía, les contó sobre los chicos con los que se juntaba en un barrio que ahora no recordaba el nombre -tenia algo que ver con pájaros- les decía, pero en el sueño era su hogar, una plaza con un avión en el centro y rodeada de arboles, los coches parecían tocar el piso con unos círculos y no volaban como todos los que conocía. el relato se vio interrumpido cuando sonó el timbre de la puerta, al ver por la mirilla electrónica se encontró con el rostro de su compañera de banco, su amiga, que aveces lo pasaba a buscar para ir al colegio, no siempre lo hacia, pero él la esperaba hasta ultimo momento. -ya termino- le dijo mientras pasaba al interior de la casa, y apuró la taza de café con leche, agarro la mochila saludó a sus padres y se fue. En el camino le fue contando del sueño que había tenido, le contó sobre unas maquinas muy grandes que imprimían carteles de todo tipo, probablemente en una época anterior a la aparición del papel electrónico que no necesitaba imprimirse, y él la manejaba, los había de comidas, edificios, autos, personas, y chicas que festejaban sus 15 años, cuando todavía estaba esa costumbre, ahora reemplazada con un viaje en crucero con amigas y amigos, por supuesto. Se encontraron con otros compañeros de clase antes de entrar, tenían que terminar unos detalles del trabajo practico de psicología que tenían que entregar ese día. Entraron al colegio y al llegar al aula el profesor de Biología animal ya estaba en el aula, dejo de escribir en el pizarrón ante la interrupción, y lo miro sin decir palabra alguna. Mientras entraba, saludo respetuosamente al profesor, y busco el asiento que sus compañeras de grupo le guardaban todos los días, las saludo al sentarse, y le pregunto a la que estaba su derecha si ya tenia los resultados del parcial, pero la respuesta fue negativa -te sentís bien? te ves algo cansado- fue una pregunta que pareció salir de la nada -si- fue su respuesta -solo algo agitado- no quiso entrar mas en detalles, pero sabia perfectamente la razón de su estado, aun le costaba asimilar el sueño que había tenido, le costaba ver esa imagen suya en el espejo afeitándose el sobrante de una barba para darle forma a esa especie de candado, y el sueño no era particularmente perturbador, pero se sentía tan real que por un momento tuvo una pequeña crisis nerviosa, le costaba asimilar, como durante unas horas fuera otra persona y que eso había sido un sueño. Mientras su mente vagaba comenzó a sonar su celular, despertandolo de sus divague y cayendo en la cuenta que había olvidado ponerlo en vibrador, el profesor nuevamente dejo de escribir, pero no se dio vuelta a ver quien era el irrespetuoso que tenia el celular prendido en clases, siendo que había sido bastante claro al respecto, por supuesto nadie lo apagaba, pero tomaban precauciones. Consiente de que todas las miradas sobre el, en especial las de sus compañeras, y poniéndose colorado de la vergüenza, saco el teléfono del bolsillo trasero de su pantalón y miro la pantalla, no reconoció el numero, pero sabia que tenia que atender, no estaba seguro del porque, pero lo sabia. Se levanto sin agarrar sus cosas salio tan rápido del aula como pudo. Una vez en el pasillo, y ya mas calmado, atendió el llamado. Su cuñado fue quien habló del otro lado, diciéndole que estaban llevando a la hermana al hospital porque había entrado en trabajo de parto. Con una amalgama de emociones que variaban entre el miedo y la excitación, la alegría y el nerviosismo, le declaro que estaba saliendo para el hospital -Voy a ser papá- se dijo así mismo, y se encamino a la recepción del edificio donde trabajaba, dio la noticia a la recepcionista, quien lo felicito dicho sea de paso, para que se la diera a su vez a su supervisor. Corrió al estacionamiento, y al llegar al auto, recordó que las llaves quedaron en su abrigo, y su abrigo en el laboratorio en el que estaba trabajando. Volvió sobre sus pasos, molesto con sigo mismo por el tiempo que estaba perdiendo, bajo la atenta mirada de la recepcionista que lo siguió hasta que entro al ascensor. Le pareció que el ascensor tardó años en subir 20 pisos y al estar frente a la puerta del laboratorio la abrió de golpe y todas las miradas se centraron en el, todas excepto la de su esposa que no quería apartar la vista de la pequeña vida que sostenía en sus brazos. Se acerco a la cama y beso a su esposa en la frente como solía hacer para que supiera que estaba a su lado, sus hijos mayores también estaban al lado de la cama y miraban a su hermanito con asombro y curiosidad, para la mayor, no era ninguna novedad, ya lo había vivido, pero para el mas chiquito era algo nuevo. Su esposa le sonrió le acercó el bebe para que lo sostuviera, pero una enfermera se adelantó y lo tomó en brazos a la vez que anunciaba que lo iba a llevar a Neonatologia. Salió de la habitación y el salio tras ella. El pasillo del hospital de pronto se le hizo mas largo de lo que recordaba, una laguna mental hizo que olvidara lo que buscaba, pero poco falta hizo, su yerno salio de una habitación y le hizo señas para para indicarle el lugar. Yerno y suegro se saludaron con un fuerte abrazo y el suegro saludó afectuosamente al yerno que también era un flamante padre. Al entrar a la habitación encontró a su hija acostada sosteniendo a su nieto, su primer nieto. Mientras se acercaba a la cama, la emoción lo embargó al encontrar en ella tanta similitud con su esposa, y al pensar lo feliz que sería si pudiera estar con ellos en ese momento. Al llegar a su lado se inclino para besar su frente, cada vez le costaba más agacharse, pero no iba a dejar pasar ese momento, ella le sonrió y le levanto el niño para que pudiera sostenerlo, estaba inseguro, habían pasado muchos años desde que tuviera en brazos al último de sus hijos, pero descubrió, que como andar en bicicleta, hay algunas cosas que nunca se olvidan. Las lágrimas comenzaron a caerle por el rostro al ver al nuevo miembro de su familia, siempre había creído que todos los recién nacidos son iguales, feos e hinchados, incluso lo había dicho una o dos veces con sus propios hijos, lo que le valió más de una discusión con su suegra, pero lo que tenia en brazos, en ese momento era la más hermosa criatura que había visto en su vida, y sonreía al pensar lo mucho que se divertiría su esposa si lo oyera decir eso, mientras el niño se aferraba con su pequeña manito a la baraba de abuelo. Perdido en sus pensamientos, se sobresalto al sentir una mano que se apoyaba en su hombro, pero a su edad los sobresaltos son solo mentales, su cuerpo no los acompaña tan bien como antes. La mano en su hombro lo sostenía con delicadeza, pero aun así transmitía fuerza y seguridad. Conocía esa mano, al darse vuelta sabía a quien se iba a encontrar. Sus ojos se cruzaron con los de la enfermera que lo había estado cuidando los últimos años en su casa, era una mujer entradas en años, no tantos como los de el, por su puesto pero tenia en la mirada la calidez de una madre, que tantas veces le había hecho acordar a la suya propia. Y con esa calidez, sin mediar palabras, fue que supo que ya era la hora, que estaba todo listo y solo faltaba el. -En un momento voy- le dijo, y ella se marchó. Volvió su mirada al gran ventanal, donde pasaba largas horas mirando el cielo nocturno hasta quedarse dormido. La luna en lo alto, se veía grande y mas brillante que nunca en aquella noche, quizás fueran ideas de el, pero sentía cierto alivio en la idea de que era realmente así. -Pronto no vamos a reencontrar, mi amada Yue- dijo la Luna mientras se levantaba del sillón, y mientras se alejaba del ventanal, las cortinas se fueron cerrando, dejado el cuarto en penumbras. Entró a su dormitorio, estaban presentes todos los que podían estar, sus hijos, de sus nietos, solo los mayores, los mas chiquitos estaban jugando en otra ala de la casa, y algunos amigos que aún vivían. Se acostó en la cama, del lado que siempre había usado. La enfermera se aseguró que las almohadas sostuvieran bien su espalda y que estuviera prolijamente tapado hasta la cintura. Su hija se acercó a su lado y le beso la frente, como tantas veces lo había hecho el, y ahora era su turno. Su hija ya era una mujer grande y le asombraba como se iba pareciendo más y más a su esposa con forme pasaban los años. Dedicó una larga mirado a todos en la habitación, no había rostros tristes, por supuesto habían algunas lágrimas, pero hacia mucho que las lágrimas habían dejado de ser sinónimo de tristeza en aquellas ocasiones, porque la gente había aprendido que aquello era parte de lo mismo que lo había traído, que todos merecemos un descanso, pero por sobre todo, habían aprendido a honrar vida vivida de la persona que se va y no a llorar su recuerdo, porque es en sus recuerdos donde perdura la vida, y una vida que fue bien vivida es motivo de alegría, no de tristeza.
Apoyado contra el respaldo de su cama, dijo unas palabras a los presentes, pero esas palabras solo la oyeron ellos, esas palabras no eran para quienes son meros espectadores, esas palabras no eran para nosotros. De apoco un sueño cálido fue invadiéndolo y de apoco se dejó llevar por la sensación de flotar y de que su cuerpo ya no le pertenecía.

Su despertador sonó como de costumbre, y si bien, el tema que le había puesto a su celular le gustaba, de a poco lo había asociado con el hecho de levantarse, y eso no le agradaba mucho. Se sentó en la cama, y comenzó a repasar su sueño, imágenes, personas, lugares y emociones todavía estaban frescos en su cabeza y se mezclaban en remolinos que luchaban por imponerse unos con otros. Sabía como era eso, iba a ser igual a todas la veces anteriores, de apoco los recuerdos comenzaría a desvanecerse tras un velo de olvido, hasta que finalmente desaparecerían todos los detalles, todos excepto uno, jamás olvidaría el nombre de la persona que había sido las últimas 6 horas, bueno... 6 horas al menos desde su punto de vista. Sabía que jamás lo olvidaría, porque recordaba todos los nombres de todas las personas que había sido en horas de sueño, durante todas las noches de su vida, con apenas 28 años, llevaba en si mismo el recuerdo de mas de diez mil vidas. Hacía mucho había dejado de contarlas, pero si quisiera podría estar un día entero recitando los nombres de todos ellos, y hasta tengo que la sospecha de que podría hacerlo en el orden que lo soñó. Muchas cosas fueron pasando por su cabeza mientras se cepillaba los dientes, mientras se vestía y desayunaba. Finalmente, y no pudiendo dilatar mas el asunto, salió de su casa para ir nuevamente a su trabajo. Tomo el colectivo de costumbre y saludó al chofer que ya lo conocía y no necesitaba decirle que tarifa marcar. El colectivo tuvo que desviarse de su recorrido normal porque la calle estaba cortada por reparaciones. Mientras veía pasar las casas una tras otra, una sensación de deja-vu lo invadió de golpe, y cayó en la cuenta que no solo era una sensación, si no que conocía aquel lugar. No muy lejos de ahí, en una de las avenidas que cortaban la calle por la que iba, vivía, vivió o vivirá la mujer con quien estuvo casado en su último sueño. Por un instante sintió el impulso, mezcla de curiosidad y un poco de amor que aún sentía por ella, de bajarse del vehículo, de buscar aquella casa y comprobar de una vez por todas, si aquello que lo llevaba fuera de su vida a una que no le pertenecía era real. Pero en el mismo tiempo que tarda en desvanecerse un deja-vu, el impulso también desapareció y comenzó a reírse de lo que por un instante estaba dispuesto a hacer, ya que hacia años había dejado de preocuparse por esos detalles, que pronto olvidaría, entendiendo que finalmente fue simplemente un sueño.


En Yiddish: לעוואָנע

 


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